En el Blog Hojas en Blanco pueden encontrar un nuevo concurso teniendo 2 modalidades:
Lationamérica y Resto del Mundo
Termina hasta el 23 de Mayo. Aún hay tiempo!!
Habrán 2 ganadores, uno de cada modalidad. Obteniendo los siguientes premios:
Un lote de 14 libros.
Tres CD's o DVD's
Un lote de 5 marcapáginas de la colección personal de Lu
y 15 de la colección de Alex más 5 de las editoriales!
Les dejo el link aquí abajo:
http://hojasenblanco-letrassincolor.blogspot.com/2011/04/para-los-demas.html
. . . Ayudame a buscar y a crear, a construir y descubrir, a encontrar y sembrar todo aquello insignificante pero a la vez inquietante que esta vida esconde . . .
viernes, 29 de abril de 2011
jueves, 28 de abril de 2011
No es asunto de "Shopaholics"
Imagen tomada de: http://cuandoseaspequenita.blogspot.com/2009/11/espejito-espejito-magico.html |
Sí, son esas épocas raras de altibajos en las que no se que esperar para el siguiente día.
Y hoy, hoy me sentí mejor... Hoy, fui de compras.
Lo se, suena vano, superficial, compulsivo, grotesco, una manera horrenda, superflua y materialista de controlar tu estado de ánimo y siendo sincera me siento pésimo diciéndolo.
Y después de mi día de compras, ¿Les digo que traje a casa?
NADA.
Entonces, si no es la sensación de adquisición la que me da felicidad, como cualquier persona pensaría
¿Qué es lo que hizo el cambio?
No, no es el hecho de que "me gusta estar a la moda" o ame las cosas materiales. No, no es eso.
Entonces, ¿Qué es?
Lo que me gusta de ir de compras es que al llegar a la tienda, tomo todo, sí absolutamente todo:
Lo que me gusta y lo que aborrezco,
lo que siempre he soñado usar y lo que sólo en una pesadilla usaría,
esas prendas que son muy mi estilo y las que no tienen nada que ver conmigo,
las que favorecen mi cuerpo o las que me hacen ver "chaparrita" y "cuadradita",
aquellas que resaltan mis mejores rasgos y con las que parezco payaso.
Sí, pruebo todo, es una sensación similar a escribir. Es explorar, es entrar a ese cubículo con espejos, donde solo estas tú, tu reflejo y una posibilidad infinita de personalidades que puedes hacer tuyas con cambiar una blusa o un pantalón. Es eso, olvidar quien eres y tratar de ser alguien más, sentir que tienes la libertad bajo aquellos cuatro muros y frente al espejo de probar todo sin esperar nada, de mirarte sin prejuicios, sin pensar, sin predecir el "Que dirá la gente de ti al salir a la calle".
Es intentarlo todo, cambiar, probar, extinguir todas las posibilidades.
Y al final darte cuenta, de por qué haz elegido ser como eres, de por qué te vistes y actúas como lo haces, de por que tienes ese estilo y lo haz hecho tuyo.
De por qué eres única y nunca pensarías cambiar. Te recuerdas que te amas y que jamás cambiarías, que por nada del mundo alterarías un centímetro de ti.
Es rectificar que lo que haz elegido lo hiciste por que es lo que va contigo y lo que buscas es lo que deseas sea parte de aquel futuro que anhelas.
Al final, te decides: Te amas tal cual eres, por el simple hecho de ser tú.
martes, 26 de abril de 2011
La última Palabra
"Nunca intentes poner signo de interrogación a aquel enunciado al que tu corazón a puesto punto final".
Hoy en la tarde escuche esta frase en la radio y sinceramente me dejo pensando...
Me dejo pensando en todos esos momentos en los que crees que tu cerebro debe interferir en la respuesta del corazón, en esos momentos en los que las llamadas "corazonadas" taladran tu pecho diciéndote a donde debes dirigirte. A ese incesable palpitar que quiere alertarte, advertirte. A todos aquellos momentos, sentimientos y sensaciones que te guían a aquel camino que debes seguir, pero en los que también la experiencia, memoria y raciocinio quieren impedir.
Y sinceramente me hice una revoltura.
Me hice una revoltura porque siempre he creído que los impulsos deben moderarse con la mente, que cada sensación debe pasar el radar del pensamiento, explorando antes cada posible respuesta exterior ante el estimulo que has proyectado.
Sin embargo es cierto, hay veces que al moderar victoriosamente aquellos sentimientos, tu corazón permanece con una pesadez increíble. Rogándote que hagas lo que el te pide, diciéndote que nunca estará satisfecho hasta que realices eso que a gritos te pide.
Y entonces entendí.
Entendí que aquellos sentimientos que son moderados y dejan pesadez, en verdad son del corazón. Comprendí que al no poder desprenderte de aquella inquietud que expone tu corazón es por que en verdad debe ser expuesta.
También comprendí que si esa inquietud es más sensación que emoción entonces, fue correcto haberla moderado, fue lo mejor haberte abstraído de llevarla a cabo, o por el contrario, tu raciocinio te dijo que debías emprenderla.
Comprendí que lo que sientes se debe analizar, pero si tan solo se queda en una vibración que recorre tu cuerpo es fácil de canalizar, en cambio si aquella sensación va más allá perforando tu corazón y abrazando tu alma, entonces al reprimirla tu corazón sollozará.
Porque siempre el corazón es el que tiene la última palabra, pero las cuestiones del corazón no son la sensación.
jueves, 21 de abril de 2011
Descendiendo
http://farm2.static.flickr.com |
Descendiendo lentamente, viendo a lo lejos, destellos de luz colándose entre el agua,
difuminándose ante mi mirada con el manto de mi largo cabello extendido al rededor de mi
tratando de elevarse, al igual que mi vestido, tratando de salvarse. Negados a hundirse,
negados a la sumisión. Pero ahí estaba yo, observando sin hacer esfuerzo alguno por evitar
el destino.
difuminándose ante mi mirada con el manto de mi largo cabello extendido al rededor de mi
tratando de elevarse, al igual que mi vestido, tratando de salvarse. Negados a hundirse,
negados a la sumisión. Pero ahí estaba yo, observando sin hacer esfuerzo alguno por evitar
el destino.
Ahí estaba yo lista al porvenir lista para recibir aquella suerte que mes esperaba, que se
aproximaba, mientras yo lista y floja, esperaba al destino.
Pero aquel destino no se dio porque una mano, una rafaga que llamó mi atención, me hizo
recordar de donde venía, más importante aun, recordé a donde iba.
recordar de donde venía, más importante aun, recordé a donde iba.
Incapaz de afrontar aquel destino comenzó en mi una revolución fatal, era solo mi mente la
que se llenaba de dulce zozobra y a la vez mágicas imágenes que me impulsaban a actuar, a
evitar ese destino que se imponía ante mi. Era tiempo de dar una patada en el suelo y subir a
la superficie.
que se llenaba de dulce zozobra y a la vez mágicas imágenes que me impulsaban a actuar, a
evitar ese destino que se imponía ante mi. Era tiempo de dar una patada en el suelo y subir a
la superficie.
No con el fin de seguir esa mano, ni aquella ráfaga incesante.
Si no por el simple hecho...
De derrotar al destino
martes, 19 de abril de 2011
Tan sólo ajedrez
¿Por qué seguir jugando este juego que no entiendo?
¿Por qué seguir permitiendo que me muevan en este tablero como cualquier otra ficha?
Con una sola opción de movimiento, con un patrón establecido, con estándares que soy
obligada a cumplir, con caminos que tengo que seguir y no crear, solo porque la gente lo
espera de mí, solo porque esa mano que me mueve es externa a mi y no me deja ser, no me
deja caminar a mi parecer.
Porque el ajedrez tiene reglas como la vida estereotipos,
porque el ajedrez tiene fichas cada uno de nosotros,
porque tenemos que movernos según las reglas, según lo establecido,
porque no hay opción, porque estás en el juego, porque eres una ficha,
porque hay una mano que te mueve a su voluntad.
Pero que pasaría si te atrevieras a ser la mano que mueve y no la ficha obligada a moverse?
Paseos dominicales en la Plaza Central
La mujer galante comenzaba el paseo dominical alrededor de la plaza principal. En aquellos tiempos era la única forma de hacerse notar. Con el porte orgulloso, la cara empolvada, las vestiduras más caras, emprendía el camino de la presunción, ese que siempre la satisfacía, le aumentaba el ego, la hacia más “digna”. Más “digna” de aparecer en las platicas durante la hora del té, más “digna” de ser mirada por aquellas personas, que al llegar a la plaza, la examinaban detenidamente. La mujer erguida y satisfecha, comenzaba, con la barbilla en alto y mirando por arriba de su respingada nariz, la caminata dominical. Los espectadores ansiosos, sedientos, la seguían de cerca boquiabiertos, anonadados, le abrían camino, la miraban y tomaban en cuenta todos los detalles de aquella dama.
La mujer concluía la primera vuelta del recorrido con los ojos vigilantes de la gente a su alrededor y al comenzar la segunda vuelta las miradas cambiaban, era envidia ese brillo en sus ojos, era egoísmo por saber que los demás volteaban a ver a la dama y no al espectador y cada persona lo pensaba y odiaban a la dama por atraer su atención, odiaban a la dama por ejercer el poder de la atracción sobre ellos, odiaban a la dama porque creían era la responsable de su esclavitud a aquel sentimiento que los consumía: el coraje y la envidia. Al notar esto los ojos de la ostentosa dama se detenían fijamente en los espectadores, preguntándose que estarían pensando y su frente antes elevada caía un poco pensando que ahora retenía las miradas de su auditorio por otro motivo.
Así la tercera y ultima vuelta comenzó la mujer menos orgullosa que antes, emprendía la caminata a prisa con un compás más tambaleante que en las anteriores exposiciones, desesperada por mantener las miradas, desesperada por ser dignificada, mientras los espectadores uno a uno se volteaban con la indiferencia impregnada en sus caras y la urgencia a su vez de superar a aquella dama. La dama triste y ahora no tan dignificada concluía la caminata porque comprendía que aquella multitud ansiosa, sedienta, siempre lo estaría. Porque comprendía que el próximo domingo, con nuevo vestido, joyería y nuevo plumaje para decorar su cabeza, la historia se repetiría porque al fin y al cabo la historia siempre se repite en los paseos dominicales de la plaza central.
Paseos Dominicales en la Alameda Central - Diego Rivera |
El estreno
Cuando exploras lo más profundo de tu corazón,
cuando sabes y reconoces que todo es nuevo
por el simple hecho de no reconocerlo
cuando en verdad crees
que significa algo ese agitado palpitar que estremece tu pecho,
que estremece tu alma,
cuando le temes porque es nuevo,
porque eres inexperta, porque no sabes jugar,
porque crees que él si sabe jugar
y te aterra el no saber como actuar,
el no saber si...
el reír es ceder
o el callar es ocultar,
el no saber que piensa, que siente,
si es verdad, o solo parte del juego.
El saber que nada tiene importancia,
pero para ti lo es todo,
el entender que jamás podrás saber que se esconde
detrás de aquellas murallas
si el no te da la llave para conocer aquel panorama,
para admirar aquellas cosas que desconoces,
para vivir y caminar por aquellos senderos jamas recorridos.
Es entonces cuando te preguntas:
¿Habrá segunda parte? Porque tu jamás has vivido la primera
¿Cuando se abra el telón habrá un tu y yo? Porque tu ansias que lo haya.
Porque tu quieres asistir a aquella premier, a aquel estreno, donde el protagonista es tu corazón.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)